martes, 11 de enero de 2011

7 mandamientos para destruir cualquier matrimonio

Anónimo

El pasado viernes estuve en la boda de mi primo Pedro. Me gustó la homilía del sacerdote, de la que saqué algunas ideas, que podría llamar "":

1- No le digas que le quieres, ya lo sabe
2- Guarda rencor hacia sus errores y no se te ocurra perdonarle
3- No le/a quieras como es, sino como te gustaría que fuera: fíjate sólo en sus defectos y no en sus virtudes
4- Acostúmbrate a su compañía, que te parezca algo normal, algo que te mereces
5- Juega con su amor; hay cosas más importantes: haz frecuentes salidas sin él/ella e intima con otras personas
6- Automatiza la relación de amor, no pongas esmero en los detalles
7- ¿Más hijos? ¿Estás loco/a? Sólo dan problemas.

Aunque prefiero leerlos en positivo: "7 mandamientos para un matrimonio feliz":

1- Dile que le/a quieres todos los días: le gusta oírlo, aunque ya lo sepa
2- Acostúmbrate a perdonar y olvidar sus errores
3- Quiérele/a como es: fíjate en las virtudes y no en los defectos. Piensa que tú también tienes defectos
4- Asómbrate cada día de la posibilidad de tenerle/a cerca: no te acostumbres a su compañía
5- Protege lo más importante que tienes: su amor. No lo arriesgues y cuídalo con todas tus fuerzas
6- Disfruta con cada detalle que tenga contigo y esfuérzate por tener nuevos detalles de amor cada día
7- Cuida de los hijos y permanece abierto a la vida: el trabajo y la diversión no son lo 1º





domingo, 2 de enero de 2011

La Iglesia y el sida

por LUIS MARIA ANSON, miembro de la Real Academia Española (2-04-2009).
ALLI donde hay un hospital dedicado al sida, lo mismo en Africa que en Asia o Iberoamérica, también en Europa, son monjas y curas católicos los que están a pie de cama para atender a los enfermos.

He recorrido en trabajo profesional más de cien países. En las leproserías de todo el mundo, en los asilos de ancianos terminales, en los hospitales para
enfermos infecciosos, sólo se encuentra uno con misioneras y misioneros católicos. Esa es la escueta verdad. Nunca me he tropezado en esos lugares con un comunista militante, con uno de esos manifestantes que vociferan contra la Iglesia. Los misioneros y misioneras permanecen al margen de las pancartas y los sermones políticos. Derraman su amor sobre los leprosos, los sidosos, los enfermos terminales, los ancianos sin techo, los desfavorecidos y desamparados.

Aún más, todos los profesionales del periodismo sabemos que cuando estalla una tragedia del tipo que sea en el tercer mundo, encontraremos información certera en la misionera o el misionero españoles, que ejercen su ministerio en los lugares más
miserables. Nunca fallan, esa es la realidad.

José Luis Rodríguez Zapatero, para dar una lección a la Iglesia Católica, ha decidido obsequiar a Africa con un millón de preservativos pagados a través de los impuestos con los que sangra a los ciudadanos españoles. ¿A cuántos militantes del PSOE, encabezados por Bibiana Aído, va a enviar para que se instalen durante diez años en los hospitales especializados en sida, para que convivan con los
enfermos, les atiendan, les den de comer, les limpien, les acompañen?.

El Papa ha instalado en el Africa enferma a muchos millares de monjas y curas, de misioneros y misioneras. Obras son amores. Esa es la diferencia entre los que vociferan y los que derraman cariño y
atenciones.

Conocí en enero de 1967, cuando carecía de la celebridad que adquirió posteriormente, a Teresa de Calcuta. Pasé un día con ella visitando sus hangares para enfermos terminales. Escuché con atención lo que me decía. Fue una lección de quién sabía mejor que nadie en qué consisten las tierras duras del hambre, el mundo de los desfavorecidos profundos. Supe que estaba hablando con una santa. Y así lo escribí.

Pues bien, en el cuerno africano, en las ciudades estercoleros de Africa, en los pueblos escombreras de Asia, en las favelas brasileñas o en las villamiserias peruanas, trabajan para los más pobres, para los más desfavorecidos, millares y millares de teresitas de Calcuta.

El Papa cree que la mejor forma de combatir el sida en Africa es la monogamia y la fidelidad. No ha tenido en cuenta lo estupendas que están las negritas y lo difícil que tiene que ser, ante el espectáculo de tanta belleza y atractivo, que los negros politeístas y polígamos practiquen la virtud de la monogamia. Pero ironías aparte, quienes combaten el sida en Africa, quienes atienden a los enfermos son las misioneras, los misioneros católicos.

Escuché en una tertulia de radio a un simpático homosexual cebarse con el Papa y despotricar contra la Iglesia. Se me ocurrió aclararle: «Dicen que el sida está especialmente extendido entre los homosexuales aunque afecte ya a los heterosexuales. Seguro que tú nunca te pondrás enfermo. Pero ten por seguro que, si así fuera, quien te atenderá con amor y dedicación en el hospital será una monja católica». Se quedó callado como una puta el simpático gay y los tertulianos se apresuraron a cambiar de tema.