jueves, 27 de octubre de 2011

Respuesta merecida al Juez del Olmo


Carta urgente al impagable, pero bien pagado, juez Del Olmo (el que por su sentencia falla que llamar zorra a una mujer no es un insulto).

"Estimado juez Del Olmo: Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta como es habitual en Su Señoría… el "impagable" juez Del Olmo.

El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela Felicitas y que me tiene un tanto preocupada.

Paso a exponerle los hechos: Esta mañana mi tía abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una merecida impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su cosecha, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua castellana, mi querida tía abuela, mujer locuaz donde las haya, le ha saludado con un jovial "que te den, cabrito".

Como una hidra, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de la tía abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos, y que en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad.

El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos, que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los suyos de usted, y a los de la tía abuela, que le despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia donde soplaba el viento.

Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil- llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno -expresado con la intención de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador- de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta.

Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca- entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así del mundo un lugar mucho más agradable.

Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies y a los de su señora)”.

Mar Vicent García





martes, 25 de octubre de 2011

La iglesia y la exención del IBI

En estos días se han levantado voces que solicitan que la iglesia deje de estar exenta del pago del IBI, el impuesto de bienes inmuebles, porque es un privilegio y porque en estos tiempos de crisis los ayuntamientos no se pueden permitir el renunciar a lo recaudado por ese concepto.

Quiero con esta entrada aclarar algunas cosas sobre ese supuesto privilegio de la iglesia católica, haciendo dos consideraciones.

PRIMERA CONSIDERACIÓN. La exención del IBI (impuesto sobre bienes inmuebles) no es en absoluto un privilegio especial de la iglesia católica. Atentos a todos los exentos de IBI:
  • Servicios públicos (Defensa, Seguridad, Educación y Servicios penitenciarios).
  • Los inmuebles destinados a usos religiosos por aplicación de Convenios con la Santa Sede, con Federación de Entidades Religiosas Evangélicas, con Federación de Comunidades Israelitas y con la Comisión Islámica.
  • Pertenecientes a gobiernos extranjeros o que les sea de aplicación la exención por convenios internacionales.
  • Los pertenecientes a Cruz Roja.
  • Los terrenos ocupados por las líneas de ferrocarriles y los edificios enclavados en los mismos terrenos.
  • Colegios concertados.
  • Pertenecientes al patrimonio histórico-artístico.
  • Entidades sin fines lucrativos
Y no digamos las ventajas fiscales de que gozan partidos políticos y sindicatos: no tienen que declarar lo ingresado por cuotas, las subvenciones, las donaciones, los rendimientos de sus actividades económicas, los rendimientos procedentes de las rentas de su patrimonio.

Pues ya ven. Nadie pide que partidos políticos y sindicatos renuncien a sus enormes ventajas fiscales. Nadie que paguen el IBI las mezquitas o templos budistas. Nadie clama por el pago del IBI de embajadas o colegios, o grandes palacios. Ni exigen que lo pague el ejército o las comisarías, las estaciones de RENFE o las cárceles. No. Nada de nada, pero que lo pague la Iglesia.

SEGUNDA CONSIDERACIÓN. Leo que se pide el pago del IBI por parte de la Iglesia porque en un momento de crisis los ayuntamientos necesitan ese dinero.

Pues se me ocurren varias cosas. Pero sólo me voy a detener en una de ellas.

Esta crisis está generando evidentemente una gran pobreza. ¿Qué están haciendo por los pobres las embajadas, los propietarios de los grandes palacios, las mezquitas…? ¿Qué están haciendo por ellos los ayuntamientos? Porque a Caritas nos llegan cada día personas enviadas por sus ayuntamientos para que les echemos una mano, ya que ellos andan justos de presupuesto. No los envían a los sindicatos ni a los partidos, a las mezquitas o sinagogas, embajadas o legaciones diplomáticas. No. A las parroquias.

En esta parroquia de un servidor llevamos atendidas más de 250 personas sin trabajo, de las que ya han conseguido empleo más de ochenta. Ayudamos con alimentos a treinta familias a las que se llena el carro de la compra dos veces al mes. Y no es nada.
Compañeros tengo que atienden a ciento cincuenta familias.

Pues ya ven la solución. Que el IBI lo pague la Iglesia para ayudar a salir de la crisis. Justo a la institución que más está haciendo por sacar adelante a esa gente, justo a esa, que le suban los impuestos.

Y los partidos y sindicatos, tan solidarios ellos, ¿no van a renunciar a alguno de sus privilegios? ¿Nadie va a pedir que paguen el IBI las embajadas de USA, Rusia, Cuba o China? ¿Nadie exigirá impuestos a las mezquitas? ¿Y a Renfe? ¿Y a la duquesa de Alba?

Pues no, que pague la Iglesia. Y mientras, los ayuntamientos enviándonos pobres porque ellos no tienen presupuesto. Ayer nos llegaron otras dos familias derivadas desde la junta municipal.

Resulta divertido: Iglesia, que paguen ustedes el IBI, que hay que salir de la crisis, y de paso que me atiendan a estas familias, que me he quedado sin presupuesto.




martes, 11 de octubre de 2011

lunes, 10 de octubre de 2011

¡¡¡ Solo un sabio pudo descubrir algo tan simple!!!

La Respuesta de un sabio
Dos niños patinaban en un lago congelado de Alemania. Era una tarde nublada y fría.Los niños jugaban despreocupados.

De repente, el hielo se quebró y uno de los niños se cayó, quedando preso en la grieta del hielo.

El otro, viendo su amigo preso y congelándose, tiró un patín y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas hasta, por fin, conseguir quebrarlo y libertar el amigo.

Cuando los bomberos llegaron y vieron lo que había pasado, preguntaron al niño:
"¿Cómo conseguiste hacer eso?¡Es imposible que consiguieras partir el hielo, siendo tan pequeño y con tan pocas fuerzas!

En ese momento, el sabio Albert Einstein, que pasaba por allí, comentó:
- Yo sé cómo lo hizo.

- ¿Cómo? - Le preguntaron.

"Es sencillo, respondió Einstein, no había nadie para decirle que no era capaz".

'Dios nos hizo perfectos y no escoge a los capacitados, sino que capacita a los escogidos'. Hacer o no hacer algo, sólo depende de nuestra voluntad y perseverancia´.(Albert Einstein)

Conclusión : Preocúpate más por tu conciencia que por tu reputación. Porque por tu conciencia eres lo que eres, y por tu reputación eres lo que los otros piensan de ti.

Lo que los otros piensan de ti, es problema de ellos.








domingo, 9 de octubre de 2011

Clara Lejeune-Gaymard, en Zenit: «Mi padre siempre dijo que un niño con síndrome Down es más niño que otros»

En esta entrevista realizada por Carrie Gress para ZENIT, Clara Lejeune-Gaymard, autora de Life is a Blessing: A Biography of Jerome Lejeune, habla sobre su libro y sobre su padre, el científico francés que descubrió el origen del Síndrome de Down, su vida y su trabajo, recientemente publicado en inglés por The National Catholic Bioethics Center.

Si una parte del dinero que se ha gastado en el diagnóstico y en el aborto de los niños con síndrome Down se hubiera invertido en investigación, ya podríamos tener la cura, dice Clara.

–Su padre fue el renombrado científico de genética de Francia, quien viajó por el mundo dando a conocer sus numerosos descubrimientos científicos, incluyendo el origen genético del Síndrome de Down. ¿Por qué su nombre no es muy conocido por su importante trabajo?
Lejeune-Gaymard: Es una buena pregunta. Cuando él hizo el descubrimiento de la trisomía 21 lo podría haber llamado “Lejeune” como hacen muchos científicos cuando realizan descubrimientos. Pero él no era ese tipo de hombre y pretendía realizar dos cosas. La primera tenía que ver con todas las cosas humillantes que se decían sobre los niños con síndrome de Down, como que la madre había tenido un mal comportamiento sexual o que su herencia familiar era mala.

Estos niños eran escondidos, especialmente en Francia o el resto de Europa. Él quiso devolver la humanidad y el orgullo de estos niños a sus padres diciéndoles que estaba en su código genético y que no venía de familia ni de un mal comportamiento. (Para conocer la Fundación Lejeune, pinchar aquí).

También fue la primera vez que se descubrió que una enfermedad podía venir del código genético, de manera que se abría la puerta a la medicina genética y a la comprensión de que un cromosoma podía ser la causa de una enfermedad. Sólo seis meses antes del descubrimiento, se decía que era imposible que el código genético pudiera causar una enfermedad. Así que él consiguió la prueba de lo contrario.
Y la segunda cosa que quería era proteger a los no nacidos. Era muy conocido en Francia y muy conocido también en la comunidad científica porque ayudó a construir la primera cátedra conocida en genética en Israel y en España y trabajó con científicos en Estados Unidos.

En Francia participó siempre como columnista en la prensa sobre cuestiones genéticas. En 1969, comenzó la campaña del aborto en Europa, Francia y Estados Unidos. Y desde que él se declaró en contra, se le cerraron todas las puertas. Ya no formó parte de la actualidad. Nadie lo quiso entrevistar cuando realizó su descubrimiento. Creo que en 1971 fue a Estados Unidos y realizó un discurso en el National Institute for Health y después de esto mandó un mensaje a mi madre diciendo: “Hoy he perdido mi Premio Nobel”. En el discurso él habló sobre el aborto, diciendo, “ustedes están transformando su instituto de salud en un instituto de muerte”. Y esto no fue bien acogido.

–El libro sobre la vida de su padre es una serie de instantáneas de la vida de su familia que ilumina no sólo el trabajo científico de su padre, también su profunda fe. ¿Qué le hizo decidir escribir sobre él con este estilo?
Yo estaba embarazada cuando él estaba enfermo, esperando a mi sexto hijo, y durante este tiempo esperaba que él pudiese vivir los suficiente para poder conocer a mi hija. Él murió el 3 de abril y ella nació el 13 de abril, así que nunca llegó a conocer a su abuelo. Antes de morir le pregunté si me daba permiso para escribir un libro sobre él. Aunque temía que dijese que no ya que era un hombre muy humilde, sin embargo él contestó: “Haz lo que quieras. Si quieres dar testimonio de la vida del niño con síndrome de Down, haz lo que quieras”.

Tenía claro que quería escribir algo para mi pequeña. Al principio escribí treinta hojas y cuando fuimos de vacaciones con un periodista le conté que estaba escribiendo un libro para que mi hija pudiese conocer a su abuelo. Él las leyó y me dijo que debería escribir un libro. El modo en que quería escribirlo no era el de la biografía cronológica, sino como retratos diferentes de una persona. Hay un capítulo sobre nuestra vida en Dinamarca, uno sobre él como médico, otro como cristiano. Cada capítulo es una pieza diferente del puzzle y al final te encuentras con el retrato de la persona entera.

–Su padre sufrió mucho en su carrera por su postura pro-vida. ¿Se basaban sus convicciones sólo en su fe o también se apoyaba en su investigación científica?
Principalmente en que era médico, no en su fe. Cuando eres médico has jurado el Juramento Hipocrático de no hacer daño. Y él siempre decía que el respeto a la vida no tenía nada que ver con la fe, aunque, por supuesto, está en la fe el respetar la vida. Por eso fue tan odiado por los partidarios del aborto. Era difícil luchar contra él porque sus argumentos eran de base científica. Quiso explicar que la vida comenzaba en la concepción,él quiso contar una historia que fuese inteligible para todos, como Pulgarcito. Esta es una historia para niños o una leyenda, pero es una realidad. Es muy raro que la humanidad haya sido capaz de contar una historia así sin saber si era verdad, porque cuando se escribió no había fotos de bebés en el útero.

La vida comienza en el mismo instante de la concepción cuando los genes de la madre y los del padre se unen para formar un nuevo ser humano que es absolutamente único. Todo el patrimonio genético está ya allí. Es como la música de Mozart en la partitura. La vida entera está ya ahí. A los dos meses, el embrión lo tiene todo, las manos, los ojos, el cuerpo. Es un cuerpo muy pequeño, pero después de dos meses lo único que hace es crecer. Si se pudiese coger el mismo dedo pequeño, se podría observar su huella dactilar.

–Muchos investigadores mantienen distancias con aquellos cuya vida afecta a su trabajo. Su padre parecía tener un enfoque distinto. ¿Cómo era su relación con los pacientes y sus familias?
Cuando él se convirtió en doctor, su primer trabajo fue en un hospital donde él vio a un niño con síndrome Down. Entonces fue cuando decidió que quería saber por qué tenían una cara especial y todo lo demás. Se podría decir que esta fue realmente su vocación. Realmente quería encontrara una manera de tratarlos y a esto dedicó su investigación. El hizo este descubrimiento porque amaba a estos niños y a sus familias y quería ayudarles. No fue consecuencia de este descubrimiento el querer cuidar a los niños de síndrome Down, sino que fue al revés, porque él quería cuidar a estos niños, realizó este descubrimiento. Y esto explica su relación con ellos.

–Después de su muerte, su familia creó una fundación para continuar su trabajo, especialmente el de encontrar una cura para el síndrome Down. ¿Qué hace esta fundación y cómo trabaja?
Mi padre quiso crear esta fundación cuando todavía estaba vivo, porque él sabía que tendría que retirarse y quería que su investigación continuase. Al principio fue su proyecto. El día antes de morir, fui a verlo y me dijo que estaba muy triste por sus pacientes, porque ellos no entenderían que los había tenido que dejar. Dijo: “los estoy abandonando y ellos no van a entender porque ya no estaré con ellos nunca más”. Yo le contesté: “Ellos lo entenderán. Lo entenderán mejor que nosotros”. Y me dijo: “No, ellos no lo entenderán mejor, pero si más profundamente”. Y después de esto, cuando él murió, nosotros pensamos que podríamos hacer algo más por ellos.

Después de año y medio pusimos en marcha una fundación dedicada al la investigación y tratamiento no sólo del síndrome Down sino también de otros síndromes de enfermedades mentales de origen genético. Creamos un centro en Francia de investigación genética y tenemos un comité que distribuye las ayudas a los diferentes grupos que están en todo el mundo.

Hemos fundado 60 proyectos con 32 equipos en los Estados Unidos, y estamos en proceso de comenzar una fundación en los Estados Unidos que se encargará de más investigación y tratamiento. El tratamiento real no existe en la actualidad, ya que los investigadores están trabajando en solucionar este problema genético. El patrimonio genético de los niños es correcto, simplemente se repite como un disco rallado.

Mi padre siempre decía que un niño con síndrome Down es más niño que otros; es cómo si no estuviese acabado del todo. Así que si ese gen pudiese ser silenciado el niño podría ser normal. Y este es realmente el futuro de la medicina, reparar el código genético. Por tanto no es descabellado que podamos tratarlos algún día.

La dificultad estriba en que se gasta mucho dinero en realizar el diagnóstico y en matarlos, hasta tal punto que si pudiéramos tener sólo un 10% de este dinero para investigación, podríamos ya haber conseguido la cura.

–Su padre fue amigo de Juan Pablo II, sirviendo muchos años como miembro de la Academia Pontificia de Ciencias y como el primer presidente de la Academia Pontificia para la Vida. ¿Cómo era su relación?
Él no diría que fue un amigo cercano del Papa. Pero así fue en verdad. La historia comenzó cuando fue elegido para la Academia Pontificia de Ciencias por Pablo VI, no Juan Pablo II. Pero cuando este llegó a Papa, le pidió a mi padre que acudiese allí porque quería saber todo sobre la clonación, investigación en embriones, etc… Así que desayunaron juntos y desde entonces él le llamaba cada vez que necesitaba explicaciones particulares. Comían juntos cada seis meses.

En 1981, el 13 de mayo, mi padre comió con mi madre y con el Papa. Después cogieron un taxi para ir al aeropuerto, volaron a casa y cuando aterrizaron, se enteraron de que el Papa estaba entre la vida y la muerte porque le habían disparado. Ellos fueron los últimos con los que estuvo antes de ir a la plaza. Mi padre, aquella tarde, sufrió unos dolores inexplicables, tanto que fue hospitalizado durante tres días. Experimentó sufrimientos similares a los del Papa y una fiebre que desembocó en piedras en el riñón.

Nunca le gustó hablar de la conexión entre su enfermedad y la del Papa, pero ésta realmente existió. Antes de que mi padre muriese, recibió un telegrama del Papa que decía que esperaba que se encontrase mejor. Cuando él murió, el domingo de Pascua, llamamos para decirle al Papa que mi padre había muerto.

Teníamos un buen amigo, el ex ministro de justicia de Francia, que nos llamó aquel día porque al ver en la televisión, la bendición del Papa, notó que el Papa parecía muy triste. Dijo, “creo que Jerome ha muerto”.

Cuando Juan Pablo II vino a Francia en 1997, quiso visitar y rezar ante la tumba de mi padre. En ese momento, flanqueados por muchos guardias y miembros de seguridad, nos dejaron estar presentes a nuestra familia. Tuve que negociar para que se permitiese estar presente a personas discapacitadas, ya que mi padre no entendería que el Papa viniese sin dar permiso a sus otros niños, los discapacitados, de estar allí también.




viernes, 7 de octubre de 2011

Una conversión intelectual: Jurgen Habermas [sic] y su encuentro con Joseph Ratzinger

El filósofo reconoce por sorpresa el valor social de la religión.  Allegados a Habermas citan un encuentro del filósofo con el aún cardenal Ratzinger como la clave de su giro 


Noticia de Rosalía Sánchez. corresponsal en Berlin / www.elmundo.es /viernes 7 de octubre de 2011


El mérito del hallazgo corresponde a la revista de ciencias sociales 'Society', que edita Jonathan Imber, y el filósofo de izquierda que descubre a Dios es nada más y nada menos que Jürgen Habermas.


¿Han dicho a Dios? Como mínimo, Habermas ha descubierto la religión. En el artículo titulado 'Religión y democracia en el pensamiento de Habermas', Philippe Portier constata la evolución de Habermas desde posiciones encuadrables en el marxismo hasta el reconocimiento de una 'función pública de la religión'.


Semejante camino sólo podía ser largo y tortuoso, de manera que Portier distingue tres etapas. En una primera fase, hasta los años 80, Habermas considera abiertamente la religión como una 'realidad alienante' y una 'herramienta de dominación' de los poderosos, en la más pura tradición marxista. En una segunda etapa, que comprende entre 1985 y 2000, esa animadversión contra lo religioso queda en silencio en los escritos de Habermas. Quizá, señala Poitier, porque parecía tratarse de una realidad en extinción, el filósofo abandona su actitud combativa y se limita a relegarla al ámbito privado, en el sentido de la laicidad francesa. Pero existe una tercera fase en la que Habermas descubre la religión como valor de resistencia contra el avance del 'turbocapitalismo'. Poitier sigue revisando los escritos de Habermas hasta nuestros días y anota que, tras reconocer que en la cultura democrática dominada por la supuesta racionalidad, la solidaridad se ha visto seriamente socavada, admite el buen uso de la 'intuición moral' que suministra la religión.


Aunque el converso parece aún lejos de percibir las profundidades del hecho religioso y se queda en el utilitarismo social, no cabe duda de que se trata de un milagro y habría que atribuirlo, si revisamos sus propias fuentes, a la conversación que Habermas mantuvo con el cardenal Ratzinger antes de que éste se convirtiese en Benedicto XVI.


A partir de ese encuentro, el filósofo parece haber girado hacia un pensamiento post secular que, dado el peso intelectual ampliamente reconocido de su autor, podría suponer el inicio de una reconciliación de su filosofía con el hecho religioso. Un compañero de Habermas desde los tiempos de la Universidad, Peter Berger, ha cifrado esta evolución en la percepción de Habermas como un paso en la superación de modelos que persistían desde la caída del Imperio Romano, sirviéndose de citas de Edward Gibbon. 'Los diferentes modos de culto fueron considerados por todo el pueblo como igualmente válidos. Los filósofos los consideraron a todos como igualmente falsos y los magistrados romanos pensaron que eran todos útiles por igual. Si cruzamos la postura de aquellos filósofos con la de los magistrados, obtenemos a Habermas', dice Berger, alejando a su colega de toda sospecha de auténtica conversión.


Lo que dicen los textos de Habermas, a partir de 'Dialéctica de la Secularización', es que acepta el cristianismo como factor de justicia universal que, abierto a la razón, provee de sustancia moral a la democracia. Este punto de apoyo, señala Poitier, puede ser la clave que sirva a la palanca del pensamiento para afrontar los retos del siglo XXI.